“El orden que imagina nuestra mente es como una red, o una escalera, que se construye para llegar hasta algo. Pero después hay que arrojar la escalera, porque se descubre que, aunque haya servido, carecía de sentido”.
Umberto Eco (1982: 366)
¿Es acaso una atrevida pretensión creer que podemos pronosticar los próximos cincuenta años del Perú, especialmente en un mundo pleno de transformaciones, donde los eventos fortuitos alteran demasiadas veces el curso de la historia?
Solían los antiguos artistas mantener secreta su obra porque pensaban que era buena la espera, para intensificar el impacto y la admiración por sus creaciones, que no hubiesen sido iguales si antes se hubiese observado cómo las manchas en un lienzo mutaban en paisajes y personas o cómo emergían de una roca tiesa vívidas formas. No es nuestra intención proceder de modo similar; ni provocar en los lectores la idea de que la presente obra habría seguido una trayectoria inexorable, es decir, que sería un corpus ideado con total presciencia de su conclusión. Estamos orgullosos de la obra lograda –desde luego–, pero a diferencia de los antiguos artistas sacros, no tenemos vergüenza; por el contrario, nos complace relatar la historia de su gestación, porque muestra cómo fue posible, por el esfuerzo y la voluntad de quienes en ella participaron.
Comenzó esta aventura hace más de un año, en abril del 2011. En aquel entonces, la Dirección del Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico (CIUP) deseaba organizar una actividad especial para conmemorar los 50 años de la fundación de nuestra Universidad, y los 40 años de creación de nuestro Centro, ambos por cumplirse en el 2012. Lo más natural para nosotros sería producir una publicación con los trabajos de nuestros más destacados profesores e investigadores; empero, ¿una publicación sobre qué? ¿Qué temas, o preguntas, podrían unir a todo este equipo humano?
Así, se pensó en realizar una mirada retrospectiva en la cual se analizasen los últimos 50 años del país; o una reedición de algunos de nuestros textos “clásicos”; o tal vez publicar los primeros intentos de los fundadores del CIUP para pensar juntos en el país. Pero ¿no es el CIUP de hoy más grande y más diverso que hace 50, 10 o aun 5 años atrás? Actualmente tenemos 67 profesores-investigadores miembros, que provienen de al menos once disciplinas y diversos grupos etarios, y casi la tercera parte son mujeres, en una universidad fundada originalmente por y para hombres; por lo cual para las personas de más edad representa un triunfo hacia la igualdad de género, y en los más jóvenes no causa sorpresa alguna, señal que corrobora dicho triunfo. Aunque ganamos mucho en diversidad, la dispersión y la especialización nos estarían afectando, como suele ocurrir en la Academia, cuando cada investigador o pequeño grupo tiende a trabajar en su propio campo y espacio. ¿Cómo hacer para integrar las diferentes piezas del rompecabezas?
Como primer paso, se convocó a los colegas del Área de Macroeconomía del CIUP, y se formó un petit comité, con representantes de las otras áreas de nuestro Centro de Investigación. De allí surgió la idea de pensar juntos sobre los próximos 50 años, del Perú y el mundo. Se utilizaron como punto de partida las proyecciones de largo plazo que había realizado un grupo liderado por Bruno Seminario y se invitó a todos los colegas del CIUP a reflexionar sobre el país que tendríamos y/o deseáramos en el año 2062, justo cuando nuestra Universidad celebre su primer siglo de existencia.
Por cierto, ello no ha sido una tarea fácil. Aunque el interés que se despertó fue generalizado, resultaba sumamente complejo escribir sobre algo tan lejano de nuestra propia realidad, y poder ubicarnos dentro de un mismo marco referencial; huelga mencionar el problema de encontrar el tiempo adecuado para hacerlo. De hecho, el proceso de producción de este conjunto de ensayos, de intercambiar información, ideas y dudas sobre el futuro de nuestro país, fue tan importante como los resultados que aquí presentamos. Eventualmente, logramos incluir a las seis áreas principales del CIUP: Macroeconomía y Políticas Económicas; Políticas Sociales, Desarrollo Humano y Sociedad Civil; Regulación, Infraestructura y Competencia; Recursos Naturales y Ambiente; Economía, Negocios y Relaciones Internacionales; Gestión Empresarial y Responsabilidad Social, así como a colegas de Humanidades, Derecho, y de la Compañía de Jesús, cuyo papel en el mundo académico y la sociedad civil peruanos ha sido fundamental. Y los que no están entre los autores en este libro, igualmente han visto enriquecidos sus trabajos por los diversos intercambios producidos.
Son pocas las instituciones peruanas que logran cumplir 50 años, y muy pocos centros de investigación que tienen la sostenibilidad, productividad y capacidad de cambio que tiene el CIUP. Esto nos llena de orgullo y también humildad, pues este proyecto reflexiona sobre otros 50 años por venir, período en el cual esperamos estar a la altura de las necesidades que el país requiere de la Academia.
Quizá algunos, con la edad suficiente, podamos retroceder en nuestros recuerdos cincuenta años y contemplar el Perú de nuestras remembranzas para reconocer cuán diferente es, lo cual no resulta sorprendente, ya que es natural a lo largo del tiempo esperar cambios y que estos nos lleven por la senda del progreso. Lo que si nos causaría sorpresas es la abundancia de acontecimientos imprevistos. Por ejemplo, en el año 1962, concluido el gobierno democrático de Manuel Prado, que se había caracterizado en el plano político por la convivencia con las fuerzas de oposición, existía la esperanza de que el sistema democrático se mantuviese continuo. Sin embargo, en ese mismo agitado año, aconteció que las fuerzas armadas, mediante un golpe de Estado, evitaron la transición democrática en curso, y luego los golpistas convocaron a nuevas elecciones. Esas convulsiones en el gobierno ocurridas cincuenta años atrás ilustran con pertinencia el devenir político del país. En esta media centuria nunca hubo continuidad democrática por más de doce años; por ello, mientras probablemente los más jóvenes vean con optimismo los tiempos modernos, ya que la transición democrática luce sólida, para algunos de mayores años tal vez se necesite un tiempo mayor para creer en dicha solidez.
Igualmente sorprendentes han sido las transformaciones en las relaciones políticas internacionales, y si en política interna el año 1962 era un tiempo convulso, en el plano internacional, no lo era menos. ¿Quién en 1962, en plena Guerra Fría, habría podido imaginar como socios económicos a enemigos acérrimos de ese entonces como lo fueron la ex Unión Soviética y los Estados Unidos, o que la China revolucionaria, que había tenido graves problemas económicos y hambrunas en 1962, ahora sea uno de los protagonistas de los destinos de la economía mundial? ¿Que los países de América Latina, la mayorías parias económicos en los desgraciados años ochenta, treinta años después se convertirían en polos fuertes de inversión extranjera?
Hace medio siglo, en el marco de la Guerra Fría, el presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy, ordenó un bloqueo económico contra Cuba, como consecuencia de las fricciones entre Estados Unidos y el nuevo gobierno liderado por Fidel Castro. Dicha guerra tuvo precisamente uno de sus momento más álgidos en octubre de 1962, cuando Kennedy denuncia que la Unión Soviética había instalado bases de lanzamiento de misiles nucleares en Cuba, los cuales amenazaban la seguridad de los Estados Unidos, con lo cual estalló la llamada “crisis de los misiles”, que situó al mundo ad portas de una Tercera Guerra Mundial.
En Argentina, ocurrió un golpe de Estado en 1962, el cual, por sus paralelismos con el que acaeció en el Perú el mismo año, es interesante de mencionar. Un grupo de militares destituyó al presidente argentino Frondizi debido principalmente a la victoria electoral que obtuvo el peronismo, movimiento que había sido declarado ilegal por un régimen militar anterior. De manera similar, en el Perú, el partido de Haya de la Torre –que había sido declarado ilegal por el gobierno del general Odría– fue readmitido por el régimen de Prado y triunfó en las elecciones presidenciales de 1962. Tras el golpe, los militares argentinos designan como nuevo presidente a José María Guido, quien era presidente del Senado, con la condición de que se comprometiese a ejecutar las medidas políticas indicadas por las Fuerzas Armadas. Es decir, al igual que en el Perú, los regímenes democráticos de otros países latinoamericanos, en aquel entonces, eran sumamente frágiles, y existía una suerte de tutela de las Fuerzas Armadas, que deponían o evitaban gobiernos democráticos que no eran de su simpatía.
El año 1962 también fue el año de la independencia de muchos países, algunos de manera pacífica, en el contexto del proceso de descolonización, y otros con pugnas entre las antiguas fuerzas coloniales y los independentistas. Por ejemplo, en ese año, Burundi y Ruanda se independizaron de Bélgica y tenían como elemento favorable a su proceso de independencia el hecho de que la colonización belga había sido superficial y breve. Mientras tanto, en el mismo año, Argelia se independizó de Francia, pero ello solo fue posible después de una guerra cruenta entre las tropas francesas y los grupos de liberación argelinos; dicha guerra duró ocho años, y debido a los grandes antagonismos que generó entre franceses y argelinos, luego de ella hubo un éxodo masivo de colonos que regresaron a Francia. En el ámbito del Imperio británico, Jamaica, Trinidad y Tobago y Uganda se independizaron del Reino Unido; las dos primeras habían formado antes la Federación de las Antillas Británicas, mientras que Uganda había sido un protectorado británico.
Asimismo, en el año 1962 se canonizó al peruano San Martín de Porres; ello, además de gran importancia en el plano religioso, tuvo un gran impacto simbólico con respecto a la lucha en pro de los derechos civiles, ya que San Martín fue el primer Santo de raza negra en el continente americano. Recuérdese que, en el año 1962, leyes de discriminación racial estaban vigentes en países como Sudáfrica y los Estados Unidos, y en ese año mismo año Martin Luther King fue condenado a prisión debido a sus actividades a favor de los derechos civiles de la minoría negra. También fue el año en que se inició el Concilio Vaticano II; este concilio fue especialmente importante, ya que tenía como objetivo principal el aggiornamento de la Iglesia, es decir, que ella se actualizase a las necesidades de los tiempos modernos.
En ese sentido, el primer capítulo de este libro, “Principales tendencias internacionales”, a cargo de Germán Alarco, nos plantea el contexto mundial en el cual se desenvolverá la economía peruana en el medio siglo por venir, y nos previene del gran impacto que podrían generar en el Perú los desarrollos que no podemos anticipar. Alarco, sobre la base del análisis de la información histórica, informes y documentos relativos a previsiones económicas, además de otras investigaciones sobre el futuro realizadas por especialistas, establece un marco referencial que resulta útil para imaginar el contexto que tendría que afrontar el Perú las próximas décadas, muestra los principales temas –previsibles– que impactarían el futuro del mundo, y, asimismo desarrolla cuáles serían los principales factores por considerar que podrían generar oportunidades y amenazas para el Perú con respecto a la competitividad.
En el Perú, aquellos tiempos fueron especialmente importantes para la educación superior, con una efervescencia en la fundación de nuevas universidades, tanto públicas como privadas. Antes de la década de 1960, existían en el Perú 12 universidades, y en un período breve, entre 1961 y 1964, se crearon otras 12 universidades más. Así, en el año 1961 se fundaron la Universidad Nacional de la Amazonía Peruana; la Universidad Católica Santa María, en Arequipa, fundada a iniciativa del Arzobispado de Arequipa y por solicitud de la Sociedad de María; la Universidad Nacional de Piura; la Universidad Nacional Hermilio Valdizán; y la Universidad Peruana Cayetano Heredia, esta última especializada en las ciencias médicas. En el año siguiente, 1962, se fundaron la Universidad de Lima, nuestra Universidad: la Universidad del Pacífico, dedicada al estudio de las ciencias económicas y empresariales, donde la Compañía de Jesús se hizo cargo al año siguiente de aspectos administrativos y académicos; también en 1962 se crea la Universidad de San Martín de Porres, que tuvo como antecedente al Instituto Pro-Deo, que fundase el padre dominico doctor Vicente Sánchez Valer, quien fuese también su primer rector; la Universidad Femenina del Sagrado Corazón, fundada y patrocinada por la Congregación del Sagrado Corazón; y la Universidad Nacional de Cajamarca. Al año siguiente, 1963, se fundaron: la Universidad Nacional Federico Villarreal, la Universidad Inca Garcilaso de la Vega y la Universidad Nacional Agraria de la Selva, por mencionar solo a aquellas universidades que se crearon en fechas cercanas a la de nuestra alma máter. También data de 1963 la Escuela de Administración de Negocios para Graduados ESAN, que fue creada por un convenio entre los gobiernos del Perú y los Estados Unidos, y que contó con el apoyo de la Escuela de Negocios para Graduados de la Universidad de Stanford para su organización y gestión inicial.
Como se señaló, uno de los aspectos más interesante de esta intensa actividad de creación institucional fue el dinamismo de la sociedad civil y del sector público, incluso en tiempos políticamente convulsos, de apostar por la educación como vehículo para el desarrollo. También es interesante comentar el rol central que cumplieron los empresarios que promovieron y/o financiaron diversos proyectos a favor de la educación superior, y la Iglesia católica, que también colaboró con los miembros de la Academia en la creación de nuevas universidades.
Probablemente muy pocas mentes visionarias en 1962, habrían imaginado las revoluciones tecnológicas en el campo de las comunicaciones y la computación, que tan importantes son en tiempos actuales. En aquellos tiempos, la competencia en la carrera espacial inducía a pensar que los grandes desarrollos habrían de ocurrir en ese campo: muchos imaginaban que en el año 2012 viajaríamos entre los diversos planetas del Sistema Solar, los cuales obviamente habríamos colonizado, del mismo modo en que ahora tomamos un vuelo internacional. Sin embargo, en esas mismas ficciones, las computadoras eran del tamaño de ciudades y no hacían cálculos tan complejos como con las que hacen las actuales. ¿Se pueden predecir los senderos de las revoluciones tecnológicas en medio siglo? El ensayo a cargo de Juan Mendoza explora aquellas inusitadas pero esenciales tendencias.
Pero ¿qué significarán esas tendencias futuras en las relaciones internacionales y en la tecnología para el Perú en específico? En su ensayo, Jürgen Schuldt indaga sobre algunas de las determinantes y características más importantes de la estructura y problemática de la futura economía peruana, y las perspectivas económicas de mediano y largo plazo, de seguirse por la ruta del esquema actual. En un sentido similar, pero desde un enfoque más cuantitativo, Bruno Seminario y Nikolai Alva, sobre la base una reconstrucción meticulosa de trescientos años de las Cuentas Nacionales del Perú, establecen las tendencias y ciclos de la dinámica económica del país, a partir de los cuales realizan un pronóstico económico para los cincuenta años venideros.
En una suerte de segundo bloque, se desarrollan aquellos ensayos que analizan el entorno ambiental, empresarial y de infraestructura pública en los cuales los peruanos se desenvolverán. El capítulo de Elsa Galarza, Francisco Galarza, Rosario Gómez y Joanna Kámiche explora los problemas climáticos futuros y los retos que afrontarán los entes regulatorios ante dicha problemática. De modo similar, en el ensayo referido a la infraestructura pública, José Luis Bonifaz y Roberto Urrunaga analizan de qué manera el Estado deberá afrontar las brechas de infraestructura y las pérdidas económicas que ocurrirían si no se hacen las inversiones en las magnitudes y momentos apropiados.
Con respecto a la temática del mundo empresarial, Karen Weinberger propone las características que deberían tener las empresas peruanas idóneas para el futuro; para ello, toma en consideración el análisis y la proyección de las variables del entorno que mayor influencia tendrán en las organizaciones, así como el entorno competitivo en el que se desenvolverán: los competidores y sustitutos, los proveedores y los clientes. Vale mencionar que dichas empresas idóneas se fundamentarían en potenciar habilidades y recursos con los que el Perú ya cuenta. Por su parte, Samuel Mongrut trata de identificar los posibles desafíos por ser superados para desarrollar el emprendimiento por oportunidad en el Perú. Con dicho fin, diseña escenarios futuros sobre la base de tres fuerzas del entorno que afectan la actividad de emprendimiento: el desarrollo de los mercados financieros, la educación emprendedora y el acceso a la infraestructura física y servicios básicos.
Luego de examinado el entorno, en la última sección se analizan problemáticas sociales importantes para el país, tales como la pobreza, educación, salud, ciudadanía y seguridad. Abren la sección Enrique Vásquez y Andrés Gatty, quienes analizan las dimensiones de la pobreza y su dinámica futura. Con respecto a la educación, Roberto Burns, José Piedra y Pablo Cárdenas reflexionan sobre el futuro de la educación humanista y el rol de la Compañía de Jesús. Mientras, Gustavo Yamada y Juan Francisco Castro estudian las relaciones entre economía y desarrollo, con estadísticas y proyecciones esclarecedoras sobre este tema. Por su parte, Arlette Beltrán y Janice Seinfeld realizan un análisis acucioso respecto al impacto que tendrá en la salud el envejecimiento de la población, lo cual transformaría el perfil epidemiológico del país y, por ende, de las políticas sociales. Óscar Súmar escribe acerca de las implicancias de Internet y la sociedad virtual para el gobierno. Finalmente, Hugo Palma hace un análisis de un tema que cada vez cobra más relevancia, como es el caso de la seguridad, y examina los retos del gobierno y de la sociedad civil para dar respuesta a su problemática.
En todos estos capítulos, si bien se abocan a temáticas específicas, subyace la propuesta de alcanzar un desarrollo de nuestra sociedad de manera más armónica. El siglo XX fue testigo de grandes avances pero también de grandes tragedias, probablemente las más terribles ocurrieron cuando la evolución tecnológica no evolucionó en paralelo con una sociedad más justa. Como decía el historiador Arnold Toynbee: el desarrollo desequilibrado de una sociedad entraña graves peligros, ya que lo seductor de obtener rápidos resultados en el plano de una técnica mecánica, puede ocasionar el languidecer de los elementos culturales.
Asimismo, al diagnosticar cuál es el estado de la situación actual, se hace un esfuerzo en tener la suficiente agudeza para aislar las influencias coyunturales en la elaboración de los pronósticos, ya que el relativo bienestar de los últimos años provocaría que tengamos la tendencia a creer que si estos últimos tiempos fueron relativamente buenos, ello significaría que los problemas ya han sido resueltos y que el mundo futuro estará pleno de prosperidad. Ejemplos proverbiales de ello fueron, en la antigüedad, el siglo de Pericles en Atenas y el siglo de Augusto en Roma, y vale decir que ambos duraron menos de un siglo; y en tiempos modernos, la célebre Belle Époque, que fue un período relativamente similar al actual, en el que una relativa paz mundial y grandes descubrimientos hacían pensar en un promisorio futuro; los cuales fueron terriblemente interrumpidos. Desde luego, aprendida la lección, no significa que abandonemos el optimismo de tiempos pasados; pero para garantizar la prosperidad, debemos tener presentes los peligros, para así poder evitarlos y no retroceder lo avanzado.
Empero, ¿cuál es nuestra situación como país ahora, en el año 2012? Desde luego, existen buenos diagnósticos sobre la situación económica, sobre determinados tópicos sectoriales, sobre las percepciones de los peruanos respecto a sus autoridades, las instituciones, los servicios públicos, e incluso, desde hace poco, sobre la felicidad. Sin embargo, al analizar dichos estudios, encontraríamos posiciones divergentes frente a un mismo aspecto, debido a factores tales como género, educación, medio social o ubicación geográfica. Con mayor razón, nuestras percepciones y concepciones cambiarían si las sometiésemos al paso del tiempo; entonces, ¿cómo superar el relativismo histórico? Toynbee recordaba que, cuando niño, observó entusiasmado el desfile de las tropas británicas coloniales como homenaje al sexagésimo aniversario del reinado de la reina Victoria, el año 1897; él, como cualquier otro niño, centró su atención en los coloridos uniformes de las tropas, pero no era una excepción: la mayoría de ingleses maduros e instruidos se encontraban tan optimistas sobre el futuro del Reino Unido como un candoroso niño que viese un desfile militar por primera vez; para ellos, la historia había concluido, y con un final feliz. No obstante, para cualquier observador inglés de 50 años después (1947), tras las terribles devastaciones que provocaron las guerras mundiales, esas percepciones de felicidad por siempre, habrían sido insensatas alucinaciones.
En el Perú del año 2012, tal vez algún lector de este libro, educado, de clase media y habitante de una zona urbana, podría caer en la misma percepción citada por Toynbee: que si bien años antes hubo problemas severos como crisis económica, inflación, terrorismo y dictadura, ya todo habría sido superado, ya que han transcurrido trece años de crecimiento económico ininterrumpido; desde luego, hubo años en que las tasas de crecimiento del Perú fueron bajas, pero esos habrían sido eventos aislados como consecuencia de eventos
internacionales que afectaron un poco a nuestra economía, y que nuestras fuerzas internas se encuentran sólidas y vigorosas. Desde luego, este personaje no podría negar que hay problemas: conflictos sociales entre comunidades y empresas; remanentes del terrorismo aliados con el narcotráfico que han continuado operando en zonas remotas; y servicios educativos y de salud deficientes para muchos segmentos de la población. Sin embargo, ante tantos éxitos en otros aspectos, podría pensar con mucha coherencia que los problemas tarde o temprano serán superados.
En cambio, si nuestro observador fuese un campesino cajamarquino cuya comunidad está enfrentada con la expansión de las actividades mineras, o un agricultor que viviese en zonas donde operan narcotraficantes y grupos terroristas, para nada estaríamos en la situación idílica que de buena fe nuestro primer personaje creía. Nosotros, como miembros de la Academia, podemos, sobre la base de mucho esfuerzo y reflexión, tratar de superar el ser víctimas de nuestro contexto y ver las cosas en perspectiva, pero nuestra lucidez ante el tiempo histórico que nos ha tocado vivir siempre será limitada.
Entonces, retomamos la pregunta inicial, acerca de sí es posible predecir los próximos cincuenta años del Perú, y la respuesta es un rotundo “no”. Las variables involucradas son tan complejas, y los eventos posibles innumerables, que hacen una tarea interminable el análisis. Sin embargo, que sea imposible predecir el futuro del Perú no significa que no sea necesario hacerlo, lo cual nos lleva a retomar el texto de Umberto Eco que usamos como epígrafe al presente artículo. Es decir, precisamente por la incertidumbre del futuro así como por las limitaciones de las teorías para explicarlo, es que la prudencia nos impone hacer un ejercicio como el presente, en el que tal vez imaginemos escenarios falsos y nuestros pronósticos resulten errados; sin embargo, creemos que con ello hemos encontrado algo bueno, ya que esas teorías y reflexiones sobre el futuro nos servirían de guía y nos permitirán generar la posibilidad de construir un futuro próspero: tal es el reto.
Este libro no sería posible sin los aportes de muchos colegas. Agradecemos, en primer lugar, a los autores aquí incluidos, por su compromiso y esfuerzo en esta iniciativa. También agradecemos a los colegas que formaron parte del “grupo impulsor” de este proyecto, aunque por diversas razones no pudieron estar en este libro. Entre ellos, a Mercedes Aráoz, quien nos sigue acompañando desde México, y a Eduardo Morón, que hace lo mismo desde Colombia. Asimismo, es importante agradecer el trabajo de los asistentes de investigación María Alejandra Zegarra y Luz Sánchez Pérez, quienes dieron un aporte muy valioso a las actividades del Comité Editorial; así como a Andrés Gatty, quien fungiese inicialmente como secretario técnico del proyecto y ahora se encuentra en Chile. Finalmente, agradecemos a las autoridades de la Universidad del Pacífico, por su constante apoyo e interés en esta publicación.
Por todo lo anterior, nos complace compartir esta colección de ensayos signada por la diversidad, pero también por el deseo común de mirar más allá de las fronteras de nuestro trabajo diario, hacía el país que vemos –o imaginamos– para el año 2062.
Los editores
Bruno Seminario, Cynthia A. Sanborn y Nikolai Alva
Bruno Seminario
Estudios de Doctorado y M.A. in Economics, University of Rochester (EEUU). Licenciado en Economía, Universidad del Pacífico. Profesor del Departamento Académico de Economía e investigador del CIUP.
Cynthia Sanborn
Ph.D. y M.A. en Gobierno por la Universidad de Harvard, y Bachiller en Ciencia Política por la Universidad de Chicago. Actualmente es Directora del Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico y Profesora Principal del Departamento Académico de Ciencias Sociales y Políticas de la misma universidad.
Nikolai Alva
Economista de la Universidad del Pacífico.